Con un manojo de hilos y otro de nervios, salimos en micro desde Pergamino con la misión de dar nuestro tercer y más difícil taller en la Escuela de Recuperación Nº 9, ubicada en el porteño barrio de Belgrano. Con una breve parada técnica en una estación de servicio para ensayar el paso a paso por enésima vez, y tomarnos un buen café con leche, tomamos también aire y las mochilas, y enfilamos por una nutrida y acelerada Buenos Aires.
El por qué de los nervios y las múltiples repasadas del taller, se debió principalmente a dos motivos que se encadenaron felizmente para que Hilando América hoy ya tenga algunos meses de vida y ya haya enredado a un centenar de chicos y grandes. El primer motivo, que es persona, tía y madrinaza del proyecto es Marta (Martu para nosotros), nada menos que la directora del establecimiento anfitrión. Fue ella la que nos hizo el contacto con el segundo motivo de nuestra histeria y ansiedad: iba a asistir a nuestra presentación nada menos que Fernando Auciello, el Fer, psicólogo y profesor erudito, sabio, grosso, experto y cien sinónimos más del juego, quien nos había dicho a principios de año (luego de escuchar pacientemente por una hora nuestros primeros esbozos del taller) “¿y por qué no prueban con el juego de hilo?”.
Al llegar, los nervios se fueron diluyendo con el cariño de los chicos y docentes. La Escuela de Recuperación Nº9 señores, le puso amonestaciones al no compromiso, al no afecto, a la no dedicación. La Escuela de Recuperación Nº9, tiene un muy bien diez felicitado en todas las asignaturas, y aún más en aquellas que el sistema educativo aún no sabe computar. Y allí estábamos nosotros en la Dirección, con Martu poniéndonos al día y contándoles nuestros nervios, mientras venían alumnos una y otra vez, ya sea para pedirle la pelota, o para presentar los planos de la futura casa en el árbol. Sí, en la misma oficina de la directora, aquella que entrábamos sólo para firmar, entre lágrimas y retos, el libro de disciplina, en la linda Escuela de Recuperación Nº9, los pibes van y vienen con toda la soltura del mundo.
Marta, aprovechó para explicarnos los objetivos de la institución, una de las veinte de este tipo que hay en capital federal. En su página web, el gobierno porteño sólo indica que las mismas “están dirigidas a niños/as con edades comprendidas entre los 6 y los 14 años que presentan dificultades en el proceso de aprendizaje y requieren de una flexibilidad en la enseñanza”. También aclara que “se promueve una transitoriedad en esta modalidad, con el objetivo de ingresar o reingresar en la modalidad común del nivel primario”. También Marta nos contó de lo que llena el alma ser parte del jugar, reír, enseñar y aprender con ellos.
Y luego nos colamos en el taller lúdico, donde estaba Fernando y varios chicos jugando, y uno tuvo el atrevimiento de desafiarnos una partida de carróm, una especie de pool que se juega con los dedos y fichas, con Hilando América derrotado ya antes de empezar.
Y llegó la hora del taller y cambiamos los rebeldes y desafiantes “no!”, por sonrisas plenas y “seño! seño!”, “profe! profe!”, que pedían más patas de gallos y nuevas figuras. Con el equipo docente también enredado, ayudándose entre chicos y grandes sin distinción de guardapolvos, con mucha energía y buena vibra. Y terminó el taller y continuó en el recreo, con más figuras, con más “mire profe, ya me sale!”, con invitaciones a seguir jugando, con “seño, ¿cómo era?”.
Y llegaron nuestras gracias por el espacio dado, y por tanto corazón para esos niños que fueron grandes sin desearlo. Y los abrazos con Fer que nos pusieron vidriosas las pupilas. Y llegó un mensaje de texto al otro día que nos infló el pecho y robó un suspiro: “Estamos en el comedor, hay 6 chicos jugando con hilos”.
Hermosa tarde de sol y juegos en el patio de la escuela y en el corazón de los niños… Los maestros, agradecidos!
Hasta pronto…
Gracias a ustedes Marce!! Por el espacio, por lo que hacen, por todo!!! Hasta pronto!!!
Que lindo ver a Fernando en una experiencia de Campo!