Contarles del segundo taller que hicimos es hablarles del «Bachi», como le decimos afectuosa y orgullosamente al Bachillerato Popular «La Grieta», de lo que significa ese espacio para nosotros y para tanta otra gente. Es narrarles que hace dos años damos clases allí, y que esas largas jornadas de Educación Popular y de Comunicación, entre lavados mates y debates, amigos y compañeros, fríos y calores que superan la térmica anunciada por los medios, fue sin duda lo que más alimentó nuestros corazones.
Hablar del Bachi es también contarles como construir un aula entre todos, educadores, educandos y Marito Cejas, un compañero albañil que luego de sus diez horitas de laburo, iba en su bici a levantar paredes con una paciencia infinita, ya que todos nosotros eramos toda voluntad y nada de oficio. Es también explicarles como un grupo de personas llevan adelante y plantean discusiones con el municipio y la provincia. Y como esas mismas personas realizan plenarios y asambleas con los educandos, porque en el Bachi, todo se resuelve entre todos.
La cosa es que los chicxs de primer año quisieron despedir y agasajar a Noe con el combo de hilos, choripanes y guitarreada.
Ya con el fueguito prendido, comenzamos con una pequeña introducción del viaje y del proyecto antes de enredarnos todos con peces y caracoles. Salieron las primeras figuras y risas, que van acompañadas por las gastadas y ayuda a los que se enmarañan más fácilmente.
Pero como en el Bachi todo es compañerismo, nos llegamos con una soga de veinte metros. Entonces, cada uno de nosotros fue un dedo, y formamos por primera vez figuras gigantes. Luego llegó la hora de los choris y la guitarra. Más tarde la de los abrazos que aprietan y los deseos que anudan la garganta.