Catalogado como uno de los más antiguos de la humanidad, el juego de hilos forma parte desde hace miles de años de todas las culturas de nuestra tierra. Presente tanto en la Grecia Clásica como en la antigua Roma -y con un posible origen en el lejano oriente-, los también llamados “hamacas” o “cunitas” en Sudamérica, se esparcieron por todos los pueblos nativos. Desde las tribus del África hasta los esquimales del Ártico, como también comunidades asiáticas, europeas y americanas, se enredaron en este hermoso pasatiempo.
En América, todos los pueblos originarios desarrollaron esta actividad extraordinariamente y de hecho, el juego de hilos significó mucho más que un mero entretenimiento. Al igual que en todas las comunidades, se utilizó infinitamente a las cunitas para transmitir valores, ilustrar leyendas y explicar el sentido de los astros.
Vehículo extraordinariamente eficaz, un simple cordel anudado en sus puntas y manipulado con los dedos, sirvió para unir generaciones que, sentadas en ronda, mágicamente se envolvían en leyendas inmemoriales al formar figuras que acompañaban el relato de los más ancianos.
Además, el juego de hilos también formó parte de rituales y prácticas adivinatorias. Desde un posible amorío hasta una mala cosecha, todo pasaba por las cuerdas, dependiendo el éxito o el fracaso del formato de la figura final.
Sin embargo, así como cada pueblo desarrolló sus propias figuras significando con ellas su cosmovisión, sus elementos sagrados, sus paisajes, fenómenos naturales y cotidianeidades, cada comunidad a lo largo y ancho del planeta apropió a su manera el hilo sin fin y atribuyó sus creencias y mitologías a la figura grabada. Por ende, innumerables veces, una misma figura final se repetía en los lugares más lejanos, dándole cada grupo un significado totalmente opuesto.
Así, donde los navajos veían una punta de flecha, los esquimales veían un pez y donde los mapuches veían un huevo de avestruz, los wapishana veían una estrella y en las islas del Pacifico divisaban un murciélago.
Lamentablemente, por diversos factores históricos, este legendario y magnífico juego se encuentra hoy muchas veces olvidado o escondido en las tímidas memorias de los más ancianos.